LO MÁS NUEVO

Lo que aquí se expone son meditaciones personales, no una doctrina. Si este espacio, nacido y expuesto desde la reflexión personal, ayuda a que otros reflexionen sobre sí mismos y orienten su vida hacia los valores del Evangelio, habrá conseguido su única finalidad.

martes, 29 de marzo de 2011

Heridas



Cuando hace dos años fui hospitalizado, vi a un hombre que tenía una sola pierna y un solo brazo. Estaba despojado de su ropa, a pocos metros de mí, y yo me le quedé mirando con la atención suspendida, conmovido, casi fascinado, pero con ojos discretos para que no sintiese lo que no debía sentir. Porque no me salió mirarlo como quien mira lo raro, lo deforme, lo anormal, sino como quien camina por un bosque –haciendo alusión a los cuentos- y descubre, al oír un aleteo, un ángel, un conejo blanco, un Pegaso; como quien avanza por la vida y percibe -no sabría decir dónde- algo sagrado; como quien al ver una película  de un legendario guerrero, puede leer en las cicatrices de su cuerpo, en la imperfección de su piel repujada, las pruebas indiscutibles de su valor.

Aquel hombre que debía de rondar los setenta años estaba allí, bajo la mirada de los doctores y enfermeras, sin vergüenza ni pudor por su cuerpo mutilado, sin la mínima intención de querer ocultarlo en alguna de las cabinas que tenía a apenas un metro de distancia ni de castigar con una mirada dolorida a quien lo acechase con ojos impúdicos. Y al saberlo así, tan digno, tan valiente, sólo pude pensar en cuántas heridas, además de las amputaciones, tuvo que haber cerrado antes de mostrar aquel sufrimiento cicatrizado y desnudo.

7 comentarios:

Edit dijo...

Muy profunda tu meditación.
La guardo en mi corazón, para seguir desojando toda su sabiduría y piedad.
A ese buen hombre, que por su valentía, ha sido inspiración de esta entrada, toda mi admiración y mi respeto. Todo mi reconocimiento por enseñarnos a vivir en paz con nuestras heridas y nuestras cicatrices.

Norma dijo...

Hay que mirar el dolo de nuestro hermano para reaccionar y darse cuenta que las cosas que nos psan no son tan graves.
Cariñossssssssssssssssssssssssssss

Miriam dijo...

Son personas tan sabias, que incluso saben enseñar en silencio, sin mediar palabra, casi sin saberlo.
Tu relato me ha hecho recordar la gran dignidad de ser persona, que no tiene nada que ver con poder, dinero o éxito.
Gracias por compartirlo.

rara calma dijo...

Esta lectura me ha impactado, desde la forma en que la describes hasta la última línea: "sólo pude pensar en cuántas heridas, además de las amputaciones, tuvo que haber cerrado antes de mostrar aquel sufrimiento cicatrizado y desnudo."

Quizas vivir se trate de eso, cerrar las heridas sin esconder avergonzados la cicatriz. Asi como Jesús nos muestra sus manos llagadas y nos mira con un profundo amor y lleno de paz.

Escalante, te leo con asiduidad, solo que sin tiempo siquiera para agradecerte lo que compartes.

Que Dios te bendiga.

Angelo dijo...

Me hago la misma pregunta. ¿cuánto tuvo que haber cerrado? Es impresionante las historias personales que descubrimos, tan nuevas, tan heróicas, tan testimoniales, todo nos ayuda a ver que el amor de Dios está.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Se aprende a vivir con las heridas, hay que asimilarlas aprender a vivir felices con ellas....Todo pasa...
Bendiciones.

Anónimo dijo...

bueno la vida nos enseña algo tan importnte como hermoso a la vez el sentir el dolor del hermano aunque muchas veces no nos demos cuenta pero en nuestro interior podemops sentir que somos nosotros los que vivimos lo mismo aunque sea de otra manera DIOS BENDIGA, y su enfermedad lo hizo concer el AMOR AL PROGIMO.....