LO MÁS NUEVO

Lo que aquí se expone son meditaciones personales, no una doctrina. Si este espacio, nacido y expuesto desde la reflexión personal, ayuda a que otros reflexionen sobre sí mismos y orienten su vida hacia los valores del Evangelio, habrá conseguido su única finalidad.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Lección en autobús

Un día de noviembre, no recuerdo bien el año, viajábamos con mis abuelos a la capital. Cuando nos bajamos del autobús me di cuenta que no nos habían cobrado el pasaje correspondiente. Se lo dije a ellos. Mi abuelo me dijo que no seríamos los primeros ni los últimos a los que nos pasaba. Y entonces intervino mi abuela con aquella famosa frase que no he olvidado: ¡Pues hay que pagar!

Cuando a ciertas personas les intento explicar porqué hay cierta inmoralidad –además de ilegalidad- en el hecho de ejercer  ciertas acciones, a pesar de reconocer que tengo la razón en lo que digo, la mayoría se defiende con el mismo argumento: ya, pero todo el mundo lo hace. Da la impresión de que, en la sociedad que nos ha tocado vivir, la maldad o la bondad  de una acción se mide en función del número de personas que la realizan: si son muchas debe ser buena por definición. No sé si esto es  por extensión de la democracia hasta ámbitos que no le corresponden (es decir la mayoría no solamente decide los gobiernos sino también la moralidad de las acciones) o bien es un reflejo de lo bien educados que estaban nuestros abuelos y de los mal que estamos las nuevas generaciones.

Lo que sí sé es que aquel día de noviembre, en aquel autobús sensuntepecano, recibí una lección de mi abuela que no he olvidado: hay que pagar el transporte público aunque algunos no lo hagan. 

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Te aseguro que mi abuela hubiera reaccionado igual. Ha cambiado todo mucho y rapido. Algunas cosas a mucho peor.

Un abrazo.

Santisiembra dijo...

Que gran escuela hemos tenido todos con los abuelos, aqui hay un refran que dice; mal de muchos consuelo de pocos. Y tal cual vamos justificando acciones que deben y tienen que ser corregidas, aunque se produzcan de manera accidental como entiendo que sucedio aquel día.

Angelo dijo...

Siempre le enseño a mis hijos que el número no es el que hace que una cosa sea buena o mala, normal o extraña.
Ese :"papá si todos lo hacen" siempre lleva la respuesta de " a lo mejor el único que no lo hace es el que está haciéndolo bien y los demás son los equivocados" ¡Qué facil resulta tranquilizar las conciencias! Jesús vino a enseñarnos que existe el bien y el mal, y que debemos aprender a elegir el bien.

Anónimo dijo...

No siempre las mayorias hacen lo correcto ni caminan por el lugar adecuado, hacer lo que hay que hacer de acuerdo con la conciencia y los valores que cada uno posee es lo que vale.
No hay mejor escuela para educar que el ejemplo, lo que hizo tu abuela, una gran lección de honradez. Un abrazo

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Gracias

Juan Antonio dijo...

Tu abuela era una mujer honrada y da ejemplo de ello. ¡Y todos deberíamos hacer lo mismo!
Un abrazo.
Juan Antonio

Miriam dijo...

Que grande la lección de tu abuela

Me quedo, además de todo lo que se ha dicho, de como un comentario o una buena acción se queda en la mente de un chaval, mucho más que otras lecciones.
Gracias