Darlo todo
Puedo entender a quién, a pesar de su temprana edad, no ha tenido ni perseguido un sueño. También puedo comprender –aplicando aquello “de las mujeres y los niños primero”- que en las misas diarias de una determinada parroquia solo cuatro sean hombres. Puedo asimilar –quién va a negar en estos tiempos que la realidad no supera siempre la ficción- que en un país africano, un burro hambriento se coma a dos ovejas compañeras de corral. Y apenas me sorprendo –no hay que buscar mucho para encontrar unas cuantas causas- de que siete de cada diez niños italianos se sientan insatisfechos de sus padres porque “no son ricos y famosos”.
Uno, al final, puede con esas historias y con algunas más. Pero no me entra en la cabeza, y eso que he procurado comprenderlo, de cómo es posible que se intente dañar la fama de un servidor del Señor. Todo un premio para una persona que se ha esforzado en ayudar. Ante situaciones como esta, ante los posibles pensamientos de rencor, acuden sentimientos de perdón. Cómo dice una reciente frase que leí: “Para poder vivir, lo más inteligente es perdonar”. O como esta otra: “Todos los días de la vida hay que luchar contra el odio”.
Si hablamos de modos radicalmente distintos de entender todo, de afrontar todo, de darlo todo, nada más gratificante que saborear el último mensaje de nuestro recordado Juan Pablo II. El Papa, nos decían las noticias “agoniza”, aunque sigue “consciente, lúcido y sereno”. Ese Juan Pablo II que murió dando ejemplo de cómo morir después de enseñarnos como vivir, tras celebrar misa a las seis de la mañana, siguió el Vía Crucis, recibió a sus colaboradores y pidió que le leyeran las Sagradas escrituras. Ejemplar, leal y fiel hasta el último suspiro.
Gratificante ejemplo para seguir dando todo.
Uno, al final, puede con esas historias y con algunas más. Pero no me entra en la cabeza, y eso que he procurado comprenderlo, de cómo es posible que se intente dañar la fama de un servidor del Señor. Todo un premio para una persona que se ha esforzado en ayudar. Ante situaciones como esta, ante los posibles pensamientos de rencor, acuden sentimientos de perdón. Cómo dice una reciente frase que leí: “Para poder vivir, lo más inteligente es perdonar”. O como esta otra: “Todos los días de la vida hay que luchar contra el odio”.
Si hablamos de modos radicalmente distintos de entender todo, de afrontar todo, de darlo todo, nada más gratificante que saborear el último mensaje de nuestro recordado Juan Pablo II. El Papa, nos decían las noticias “agoniza”, aunque sigue “consciente, lúcido y sereno”. Ese Juan Pablo II que murió dando ejemplo de cómo morir después de enseñarnos como vivir, tras celebrar misa a las seis de la mañana, siguió el Vía Crucis, recibió a sus colaboradores y pidió que le leyeran las Sagradas escrituras. Ejemplar, leal y fiel hasta el último suspiro.
Gratificante ejemplo para seguir dando todo.
3 comentarios:
me gustan mucho estas publicaciones, pedire a Dios en mis oraciones para que siempre derrame abundantes bendiciones y le permita seguir publicando!!!
Hola,
me gustan tus palabras y me gustó tu blog..., por eso te sigo y te sigo.
Me encantaria que, si me visitas, mi blog te guste como me gustó el tuyo.
Te dejo saludos desde Argentina,
Sergio
Hola Roberto,
Cuanta razón tienes...!
Que ejemplo de cómo morir después de enseñarnos como vivir...,ejemplo hasta el último suspiro.
Gracias... te seguiré para no perder tus sabias palabras.
Un beso desde Portugal y que tengas un excelente fin de semana.
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